lunes, 29 de septiembre de 2008

Grado Octavo. Actividades de Exploración. Relatos Indígenas

Actividades de Exploración Relatos Indígenas
Para la próxima clase, lleva una copia impresa de los siguientes relatos y desarrolla en tu cuaderno estas actividades:

a) Ubicación geográfica de las dos culturas (la Chibcha y la Kogui).
b) Puntos iguales o parecidos de los dos textos precolombinos.
c) Personajes sobrenaturales de cada escrito.
COMO FUERON CREADAS LA VIDA Y LA LUZ
(Colombia, Mito Chibcha de la creación)

En el comienzo era la oscuridad. Todo estaba sumido en las tinieblas. La tierra era blanda y fría y nada crecía en ella. No había ni plantas, ni animales, ni belleza. Todo era desolación. No había hombres. Los únicos seres vivos sobre la tierra eran el dios Nemequene, su mujer y su hijo.

Nemequene quiso crear la vida y la belleza sobre la faz de la tierra. Así, tomando un poco de barro blando y frío modeló las figuras de los hombres y de los animales. Trabajó muchos días en su obra, pero los muñecos que hacía no tenían vida. No podían moverse ni respirar. Pasaron años y más años, y todavía no había sobre la tierra más que Nemequene y su familia.

Por último Nemequene llamó a su hijo y lo envió al cielo para que iluminara la tierra. El hijo de Nemequene llegó al cielo y se convirtió en Súa, el sol, para iluminar de pronto el mundo oscuro. Los brillantes rayos de Súa inundaron la tierra. El frío barro se calentó. Comenzaron a crecer hierbas, árboles y plantas. En donde antes había habido desolación, hubo lozanía y verdor. Comenzó a correr el agua, formando ríos y lagos.

Y el cálido sol puso vida en los muñecos de barro que Nemequene había hecho. Algunos de ellos se convirtieron en pájaros, que volaron y anidaron en los árboles de los bosques, otros se convirtieron en peces, que nadaron por las aguas; otros se convirtieron en animales y otros en seres humanos.

Sin embargo, las gentes creadas por Nemequene no eran del todo felices, pues la luz y el calor que Súa les prodigaba les llegaban solamente algunas horas. Cada noche, mientras Súa descansaba, volvía a reinar la oscuridad. Entonces las gentes acudieron a Nemequene y le pidieron ayuda.

Nemequene amaba a los seres que había creado y quería ayudarlos. De manera que subió al cielo y se convirtió en Chía, la luna. Así compartió la tarea de iluminar el mundo con su hijo Súa. Súa derramaba sus rayos de luz sobre la tierra de día, y Chía de noche. Desde entonces, las gentes creadas por Nemequene quedaron contentas, y nunca olvidaron de darle gracias.

Además celebraban fiestas en honor de Súa y de Chía y a veces dedicaban sus hijos al sol y a la luna llamando a tales niños “Suachias” antes de darles nombres propios.

Así fue como se produjo la vida en el mundo, según lo recuerdan los Chibchas, es decir, el pueblo de Nemequene.

POEMA DE LA CREACIÓN
(Colombia, Mito Kogui de la creación)

Primero estaba el mar. Todo estaba oscuro. No había sol, ni luna, ni gente, ni animales, ni plantas. Sólo estaba la madre mar. Y ella era agua y agua por todas partes. Era río, laguna, quebrada y mar. Así ella estaba en todo lugar. La madre no era gente, ni nada, ni cosa alguna. Ella era Aluna. Era espíritu de lo que iba a venir: Era memoria y pensamiento. Y cuando la madre existió sólo en Aluna, se formaron arriba los nueve mundos. En el primero estaba ella, la Madre, el agua y la noche. Y también el padre y el hijo. Pero ellos no eran gente ni nada, ni cosa alguna. Ellos eran Aluna. Espíritu y pensamiento. Eso fue el primer mundo.

Cuando se formaba el noveno, el más alto, surgió una inmensa ceiba del mar transparente. Alrededor de ella cuatro dioses construyeron el primer templo, Aluna. Aún no amanecía y la tierra era floja bajo la tiniebla. Entonces la Madre arrancó un pelo de pubis y lo untó de sangre de su mes. Así, en la casa de la Espuma se formó a Sintana, el primer hombre. Con Sintana se hizo la luz amaneció el primer día de la creación. Luego cuatro señores empezaron a secar la tierra y a empujar lejos el mar circundante. Hicieron esto día y noche, sin cesar. El mar se alejó. Al final cantaron en el templo:

- Madre, danos las mujeres.

La madre tenía nueve hijas. Cada hija era una calidad diversa de tierra para cultivar: arenosa, gredosa, amarilla. Pero todas estériles, infecundas. Y los cuatro señores dijeron a la madre:

- Danos tu hija negra, tierra negra, buena para la siembra.

La madre se negó y la guardó en un lugar oscuro. Los cuatro señores se colocaron en las cuatro esquinas del mundo y Sintana bailó y cantó en el centro del templo. - Inda - u - o, ahora tendré aquí mi templo.

Tierra negra oyó el canto y, subyugada por la belleza de su voz, se levantó, pero
no se atrevió a salir. Sintana llamó al viento y le pidió ayuda. El viento buscó y buscó por los rincones hasta hallar la muchacha, y tomándola por la cintura la llevó donde Sintana.

Así, en el templo, comenzó la vida humana, y del templo salió Sintana a poblar el mundo Kogui.

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